Sleep

The Southwest Journal of Pulmonary and Critical Care and Sleep publishes articles related to those who treat sleep disorders in sleep medicine from a variety of primary backgrounds, including pulmonology, neurology, psychiatry, psychology, otolaryngology, and dentistry. Manuscripts may be either basic or clinical original investigations or review articles. Potential authors of review articles are encouraged to contact the editors before submission, however, unsolicited review articles will be considered.

Rick Robbins, M.D. Rick Robbins, M.D.

Impacto del Sueño y la Modalidad de Diálisis sobre la Calidad de Vida en una Población

Editor's Note: The following article was previously published in English in the SWJPCC as SWJPCC 017-19. It is reproduced in Spanish because of its relevance to our Spanish-speaking readers.

Luxana Reynaga-Ornelas, Ph.D., R.N.1

Carol M. Baldwin, Ph.D., R.N., AHN-BC, F.A.A.N.2
Kimberly Arcoleo, Ph.D., M.P.H.3

Stuart F. Quan, M.D.2,4,5

1 División de Ciencias de la Salud. Departamento de Enfermería y Obstetricia Sede León

Universidad de Guanajuato

Sede San Carlos; Blvd. Puente Milenio #1001; Fracción del Predio San Carlos; C.P. 37670; León, Gto, Mexico

2 Arizona State University, Edson College of Nursing and Health Innovation

PAHO/WHO Collaborating Centre to Advance the Policy on Research for Health

500 N. 3rd Street, Phoenix, AZ 85004

3 University of Rochester School of Nursing

Box SON, Helen Wood Hall

601 Elmwood Avenue, Rochester, NY 14642

4 Division of Sleep and Circadian Disorders Brigham and Women’s Hospital and Harvard Medical School

221 Longwood Ave. Boston, MA 02115

5 Asthma and Airway Disease Research Center, University of Arizona College of Medicine

1501 N. Campbell Ave., Tucson, AZ 85725

 

Resumen

Antecedentes: La calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) se encuentra disminuida en la enfermedad renal en etapa avanzada (EREA) pero se conoce poco acerca del impacto de los trastornos del sueño, la modalidad de diálisis y los factores demográficos sobre la CVRS de pacientes mexicanos con EREA.

Métodos: Se incluyeron 121 adultos con EREA pertenecientes a 4 unidades de diálisis del estado de Guanajuato, México, estratificados por unidad y modalidad de diálisis (Hemodiálisis [HD], diálisis peritoneal continua ambulatoria [DPCA] y diálisis peritoneal automatizada [DPA]). Se realizó un análisis de la información clínica y los datos obtenidos del Sleep Hart Health Study Sleep Habits Questionnaire, del cuestionario corto del  Medical Outcomes Study (MOS; SF-36) y de la Escala de Somnolencia Epworth.

Resultados: En general, los síntomas y los trastornos del sueño fueron frecuentes (ej. insomnio 37.2%). Los puntajes de SF-36 resultaron más bajos comparados con las normas de México y Estados Unidos. En la subescala de Vitalidad, los pacientes de HD reportaron mejor CVRS y los pacientes de DPCA la peor CVRS. En el modelo de análisis multivariado, la modalidad de diálisis y los trastornos del sueño en grupo y el ingreso bajo, resultaron asociados significativamente con una pobre calidad de vida total (SF-36) y una pobre salud mental (CVRS). Los modelos de calidad de vida total y del componente mental mostraron una CVRS significativamente mejor tanto para DPA como para la HD con tamaños del efecto de pequeño a moderado. El análisis de costo-efectividad mostró ventaja para la DPA.

Conclusiones: Los pacientes mexicanos de EREA tienen una CVRS reducida, y los trastornos del sueño pueden ser importantes para conducir a este hallazgo. La DPA debe ser la modalidad de diálisis de preferencia en México.

Introducción

La prevalencia de la enfermedad renal en etapa avanzada está aumentando en todo el mundo con una prevalencia estimada en 2010 de 4.9 millones de personas. Desafortunadamente, solo la mitad recibe diálisis; esta necesidad se proyecta más del doble para 2030 (1). La enfermedad renal en etapa avanzada está asociada con morbilidad y mortalidad cardiovascular, diabetes tipo 2, deterioro cognitivo, y trastornos minerales y óseos. En México, es un problema de salud significativo con una tasa de prevalencia e incidencia anual de 1,564 y 412 por millón de personas respectivamente, con mas de 65,000 individuos recibiendo diálisis (2). Además, entre el 2000 y el 2013, la tasa de incidencia de EREA ha incrementado 122% (2). Tiene una tasa de mortalidad de 12.3 muertes por 100,000 habitantes y es la segunda causa de años perdidos por muerte prematuras (2). El tratamiento más común para la EREA en México es la hemodiálisis (HD) llevada a cabo en centros de diálisis en más del 50% de los pacientes. Los restantes reciben diálisis peritoneal (DP) en casa, de los cuales 70% están en diálisis peritoneal continua ambulatoria (DPCA) y el 30% están en diálisis peritoneal automatizada (DPA) (2). Con la DPCA, la solución de diálisis se infunde manualmente hacia la cavidad peritoneal y es drenada después de pocas horas usualmente cuatro veces al día. Con la DPA, el proceso es automatizado con un equipo con alarmas y dispositivos de seguridad y es realizada durante la noche. El trasplante renal es poco frecuente.

El tratamiento para la EREA tiene significativas implicaciones fisiológicas y socioeconómicas para el individuo, la familia y la comunidad. No sorprende que las personas con EREA reporten una calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) más pobre en comparación con la población general (3,4). Varios estudios han examinado el tipo de modalidad de diálisis y la CVRS. Se han identificado mejores puntajes de CVRS para DP comparado con HD en el tratamiento para la EREA (5,6), pero no siempre (7-9). Un meta análisis encontró una mejor calidad de vida basada en la utilidad para DPA comparado con DPCA (10) y un estudio reciente encontró que la DPA está asociada con una mejor salud física y moderados síntomas relacionados con la diálisis en comparación con la DPCA (11). La mayoría de los estudios incluidos en el meta análisis eran de Norteamérica, Europa o Asia. Existen pocos datos disponibles que comparen la CVRS según la modalidad de diálisis en personas con EREA en países de Latinoamérica incluyendo México.

Los trastornos del sueño en personas con EREA son comunes, con una prevalencia estimada 50 a mas de 80%, e influyen negativamente en la CVRS (12-14). En los pacientes con EREA se incluyen pesadillas, somnolencia excesiva diurna (SED), síndrome de piernas inquietas (SPI), síndrome de apnea del sueño (SAS), insomnio y pobre calidad del sueño (13). No es claro si la prevalencia y la severidad de los trastornos del sueño son similares entre las modalidades de diálisis; estudios previos han reportado resultados contradictorios con tasas equivalentes (15-17) y tasas diferentes (20). Solo un estudio realizó comparaciones entre HD, DPCA y DPA (20). Encontraron tasas similares de insomnio pero menores en SAS con HD, y mayores en SPI con DPA.

El propósito de este estudio fue determinar las asociaciones entre CVRS y los trastornos del sueño en función de la modalidad de diálisis en una población mexicana con EREA. Una asociación diferenciada puede ser un factor importante para la elección de las modalidades de diálisis. Nuestra hipótesis fue que en esta población, los trastornos del sueño serían un determinante importante de la CVRS en EREA, que DPA estaría asociada a una mejor calidad de vida y tendría un mayor costo-efectividad que la HD y la DPCA.

Métodos

Diseño

Se realizó un muestreo por conveniencia de 125 pacientes con EREA seleccionados entre personas aseguradas en el Instituto para la Salud y la Seguridad Social de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) quienes vivían en el Estado de Guanajuato, México. Los participantes fueron seleccionados proporcionalmente por clusters. La muestra incluyó 30 pacientes de cada localidad geográfica de las unidades de diálisis de las ciudades de Celaya, Irapuato, Guanajuato y León; diez pacientes fueron seleccionados de cada modalidad (DPCA, DPA, y HD). Los pacientes fueron incluidos si tenían 18 años o más, hablaban español, recibían diálisis y no habían estado hospitalizados dentro de los tres meses previos al reclutamiento. Los pacientes con déficit cognitivo u otros déficits mentales que les impidieran completar los cuestionarios fueron excluidos del estudio. Fueron reclutados para su participación durante su reunión mensual, o bien en la sala de espera de consulta del especialista. En el momento de contacto inicial o con una cita posterior, se solicitaba al paciente que proporcionara el consentimiento informado, y completara de manera individual la entrevista y los cuestionarios que incluían información acerca de su salud, sueño y CVRS. También se les pidió dar un consentimiento para la revisión de sus expedientes. El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la Universidad de Guanajuato y el Consejo Institucional Revisor de Arizona State University.

Recolección de datos

Los entrevistadores capacitados obtuvieron información relacionada con edad, sexo, estado civil, estado socioeconómico (ESE), nivel de educación, número de hospitalizaciones, y tiempo desde el primer tratamiento. Los participantes también completaron la versión en español validada del cuestionario Sleep Heart Health Study Sleep Habits Questionnaire y de la versión corta en español de 36 items del Medical Outcomes Study (MOS) SF-36 para la medición de CVRS. Se registraron su peso y su estatura para determinar el índice de masa corporal (IMC). Del expediente médico de los participantes se recolectaron los datos más recientes de los últimos tres meses de niveles séricos de glucosa, albumina, creatinina, urea, y hematocrito/hemoglobina. Otros datos clínicos adicionales fueron recolectados para calcular el costo financiero como; etiología de la EREA, hospitalizaciones en el último año, tipo de catéter, dosis de diálisis, número de drogas antihipertensivas, uso de eritropoyetina, número de sesiones de HD por semana y tiempo de la última visita domiciliaria realizada por el equipo de salud

Instrumentos de medición

Sleep Heart Health Sleep Study (SHHS), Sleep Habits Questionnaire (SHQ). El instrumento SHQ ha sido utilizado frecuentemente con pacientes con trastornos del sueño no identificados. El cuestionario se enfoca en nueve aspectos de trastornos del sueño: 1) Ronquido; 2) Pausas en la respiración (apnea); 3) Apneas observadas por otros; 4) Somnolencia diurna; 5) Sueño insuficiente; 6) Síntomas de insomnio incluyendo sueño no reparador; 7) Pesadillas; 8) Síndrome de piernas inquietas; y 9) Duración del sueño reportado en días de la semana y fines de semana. Los síntomas de sueño fueron calificados en una escala de 5-puntos tipo Likert desde ‘Nunca’ hasta ‘Casi siempre’. El SHQ se desarrolló para el SHHS, ha sido utilizado en una variedad de investigaciones y es aceptado como un medio apropiado para caracterizar la salud del sueño. La versión en español del SHQ fue validada por Baldwin y colaboradores y muestra concordancia con la versión en inglés (21).

Epworth Sleepiness Scale. El Epworth Sleepiness Scale (ESS) es un instrumento validado de auto-llenado que pide a los sujetos que califiquen la posibilidad de quedarse dormido durante ocho situaciones comunes usando cuatro categorías ordinales que van del 0 (nula posibilidad) a 3 (alta posibilidad) (22). Los puntajes van de 0 al 24 con un puntaje >10 sugiriendo SSD (22). La versión en español del ESS fue incorporada al SHQ y ha demostrado una confiabilidad y validez equivalentes a la versión en inglés (23).

Medical Outcomes Survey (MOS) Versión corta SF-36 (Versión español). El MOS SF-36 es una medición ampliamente utilizada del estado de salud y la calidad de vida (24). Mide las variaciones en las prácticas y resultados del cuidado de la salud en una encuesta auto administrada que evalúa ocho dimensiones de salud. Los puntajes de cada subescala tienen un rango de 0-100, con puntajes más altos representando una mejor calidad de vida (24). Las subescalas miden los siguientes ocho conceptos de salud general: función física (FF), rol físico (RF), dolor corporal (DC), salud general (SG), vitalidad (VT), función social (FS), salud mental (SM) y rol emocional (RE). La versión en español fue validada en una población mexicana (25).

 

Puntajes SF-6. El formato corto-6D es una medida basada en una clasificación del estado de salud basado en preferencia, desarrollada del SF-36. Todos los participantes que completan el SF-36 pueden obtener un puntaje SF-6D (26). El SF-6D es una variable continua, calificada en una escala de 0.29-1.0, con 1.00 indicando salud óptima. Ha sido utilizada en evaluaciones económicas de intervenciones para EREA (27).

Análisis de Datos

Las variables continuas se reportan como medias y desviaciones estandard y las variables categóricas mediante porcentajes. Se utilizó la prueba de chi cuadrada para evaluar la asociación de las características demográficas con la modalidad de diálisis. Las comparaciones entre los puntajes de CVRS y los grupos de tratamiento se realizaron mediante análisis de varianza (ANOVA). Los tamaños del efecto se estimaron utilizando la d de Cohen. Se realizó un análisis de regresión linear controlando los factores sociodemográficos, los ingresos (ESE), y los trastornos del sueño. Para el análisis de los datos se utilizó SAS (V9.1) y el SPSS (V25). Se consideró una P <0.05 como estadísticamente significativo excepto cuando se señale.

Se realizó un análisis de costo-efectividad utilizando el método de año de vida ajustado a la calidad (QALY) para examinar el costo-efectividad de cada grupo de modalidad de diálisis. Los datos de los costos se obtuvieron de la información disponible en línea de fuentes gubernamentales mexicanas. Se calculó el QALY como el número de años en diálisis/hemodiálisis X el puntaje SF6D. La tasa de la diferencia en el costo sobre la diferencia en efectividad (QALY) se calculó para cada una de las tres terapias con lo que se obtuvo la tasa de incremento de costo-efectividad (ICER).

Resultados

De los 125 pacientes que fueron invitados a participar, solo 121 cubrieron los criterios de inclusión, y todos acordaron participar voluntariamente y firmar el consentimiento informado. Las características sociodemográficas y clínicas de los pacientes que consintieron participar se muestran en la Tabla 1.

Tabla 1. Características Sociodemográficas y Clínicas de los Participantes del Estudio por Modalidad de Diálisis.

Nota: ‡p<0.01; *p < 0.05; †p<0.10

DPA (Diálisis Peritoneal Automatizada); DPCA (Diálisis Peritoneal Continua Ambulatoria); HD (Hemodiálisis).

Hubo un porcentaje ligeramente mayor de hombres (55.4%) y el 39.7% tenían 65 años o más de edad. Las características clínicas no estuvieron disponibles para todos los pacientes. Sin embargo, los pacientes dializados con DPA fueron más jóvenes, con más años de educación, tenían mayores ingresos, consumían menos alcohol y era más común que estuvieran laborando. Hubo una tendencia de los pacientes de DPA a tener un mayor nivel de creatinina sérica. Aparte de lo anterior, no hubo más diferencias entre los grupos.

La prevalencia de trastornos y síntomas de sueño auto-reportada en total, así como su clasificación por modalidad de diálisis se presenta en la Tabla 2.

Tabla 2. Prevalencia de Trastornos y Síntomas del Sueño Auto-reportados por Tipo de Diálisis

Nota: *p < 0.05, †p <0.10

SDE (Somnolencia diurna excesiva); DPA (Diálisis Peritoneal Automatizada); DPCA (Diálisis Peritoneal Continua Ambulatoria); HD (Hemodiálisis).

Notablemente, todos los pacientes reportaron por lo menos un síntoma de sueño en el año anterior (datos no mostrados). El insomnio fue el trastorno reportado con mayor frecuencia y particularmente con mayor prevalencia en pacientes de HD, aunque este resultado no fue estadísticamente significativo. También se observó una tendencia de reportar mayores tasas de sueño no reparador en los pacientes de HD (42.5%) y DPCA (41.0%) comparados con los pacientes de DPA (19.0%). En contraste, los pacientes de DPA reportaron mayores tasas de apnea observada por otros y ronquido (14.3% y 25.6%, respectivamente) comparados con los pacientes en DPCA (10.3%, 19.4%) y HD (5.1%, 17.5%). Los pacientes en DPA reportaron con menor frecuencia SSD (11.9%) en la ESE pero esta diferencia no fue significativa al compararla con DPCA (25.6%) y HD (25.0%). La prevalencia de trastornos del sueño fue igual en los pacientes menores de 65 años al compararlos con los mayores de 65 años (datos no mostrados) excepto para el aspecto de despertarse muy temprano y no poder volver a quedarse dormidos (menores: 32.9% vs. mayores: 51.2%, p=0.05).

La Tabla 3 presenta la comparación de los ocho dominios del SF-36 y los puntajes del Resumen del Componente Físico y Mental (RCF y RCM) para los tres grupos de diálisis con tamaños de efecto para comparaciones pares.

Tabla 3. Puntajes Promedio y Desviaciones Estándar para los Dominios de SF-36, Puntajes de los Componentes Físico y Mental y Puntajes de SF-6D por Modalidad de Diálisis

Nota: ‡p<0.01; *p < 0.05; †p <0.10

PCF (Puntaje Componente Físico); PCM (Puntaje Componente Mental); DE (Desviación Estándar); DPA (Diálisis Peritoneal Automatizada); DPCA (Diálisis Peritoneal Continua Ambulatoria); HD (Hemodiálisis).

Los tamaños de efecto de Cohen d fueron calculados examinando las diferencias entre grupos de tipo de diálisis (tamaño de efecto pequeño ~0.2, tamaño de efecto mediano ~0.5, tamaño de efecto grande ~0.8)

Los pacientes en HD reportaron significativamente mejor CVRS para Vitalidad y una tendencia hacia una mayor Función Social comparado con las personas en DPCA y DPA; los pacientes en DPCA experimentaron una calidad de vida más pobre en estas dos escalas. Se observó una tendencia a indicar una mejor Función Física y Rol Físico de CVRS en los pacientes de DPA y HD en comparación con los pacientes de DPCA. Así mismo una tendencia a una mejor salud mental en el RCM para los que reciben HD y DPA comparado con los pacientes en DPCA. De manera Importante, los tamaños de efecto de varios dominios y subdominios mostraron ser generalmente pequeños a moderados para los contrastes entre DPCA y ya sea DPA o HD. De cualquier manera, las diferencias fueron pequeñas y poco importantes entre DPA y HD. No se observaron otras diferencias importantes entre los grupos en el SF-36.

Posteriormente, se investigaron los determinantes de la CVRS utilizando modelos multivariados con los factores sociodemográficos, comorbilidades, trastornos y síntomas de sueño auto reportados como posibles variables explicativas. La modalidad de diálisis (DPCA asociada con peor CVRS en comparación con HD y DPA, F=4.87, p<0.02), los trastornos y síntomas del sueño como grupo (p. e., cualquier síntoma relacionado con apnea obstructiva del sueño, insomnio, sueño insuficiente y síndrome de piernas inquietas, F=17.79, p<0.0001) y el ingreso económico (F=4.48, p<0.04) están asociados significativamente con peor CVRS en el RCM del SF-36, representando el 34% de la varianza (F=4.02, p<0.0004). En contraste, el modelo para el RCF no fue estadísticamente significativo. La CVRS fue significativamente mejor tanto para DPA (LSMedia=52.0+ 2.3) y HD (51.4 + 2.6) en comparación con DPCA (43.0 + 2.5, p<.025 vs. DPA/HD) en el modelo del Resumen del Componente Mental, pero no en el modelo de Resumen del Componente Físico (LSMedia: DPCA: 31.4 + 2.5, DPA: 33.7 + 2.3, HD: 34.8 + 2.5; p>0.05 para todas las comparaciones).

El análisis de costo-efectividad para cada modalidad de diálisis está en la Tabla 4.

Tabla 4. Análisis de Costos por Modalidad de Diálisis

Nota: DPA (Diálisis Peritoneal Automatizada; DPCA (Diálisis Peritoneal Continua Ambulatoria); HD (Hemodiálisis). QALY (Años de Vida Aujstados a Calidad), RICE (Tasa Incremental de Costo Efectividad); EI(Efectividad Incremental); CI (Costo Incremental).

Aunque la DPCA fue la menos costosa, fue la menos efectiva (QALY=0.71); la DPA fue menos costosa que la HD, pero fue más efectiva (DPA QALY: 2.05 vs. HD QALY: 1.44) y la HD fue la más costosa con moderada efectividad. Comparando las tasas de incremento de costo efectividad entre DPA, DPCA y HD, la DPA fue superior a ambos DPCA y HD, y la HD mejor que la DPCA.

Discusión 

En este estudio, encontramos que existe una alta prevalencia de trastornos y síntomas del sueño entre la población mexicana de pacientes con EREA, con diferencias en las prevalencias según la modalidad de diálisis. Como en otras condiciones médicas crónicas, la CVRS, particularmente en los aspectos de salud mental, fue pobre en estos pacientes y de manera notable, la presencia de trastornos del sueño fue un determinante importante para una peor CVRS.

Consistentemente con previos reportes (12,13,28) observamos que los trastornos del sueño y sus síntomas son comunes entre pacientes mexicanos en diálisis. La explicación de la alta frecuencia de trastornos del sueño y sus síntomas en EREA es multifactorial incluyendo cuestiones metabólicas, medicamentos, pobre higiene de sueño y disfunción en el control ventilatorio (13). Además, encontramos que existen diferentes porcentajes de prevalencia para algunos trastornos del sueño y sus síntomas según las modalidades de diálisis. Las investigaciones previas que comparan la prevalencia de los trastornos del sueño entre modalidades de diálisis no han sido consistentes. Algunos estudios que comparan solo la DPA con la DPCA no encontraron diferencias (15-17). En otros, los problemas del sueño como un síntoma general tienden a ser más comunes en la DPA comparada con la DPCA (18), y más frecuentemente en HD en comparación con DP (19). En nuestro conocimiento, sólo existe un estudio que compara las frecuencias de trastornos del sueño y sus síntomas entre las tres modalidades de diálisis (20). En ese estudio, la frecuencia de insomnio fue alta (<80%), pero no diferente entre las modalidades de diálisis. La apnea obstructiva del sueño fue la menos común entre los pacientes de HD (36% vs. 60%[DPA] y 65% [DPCA]). Además, ellos observaron menos SPI en pacientes de HD (23%) en comparación con la DPA (50%) y la DPCA (33%). En contraste, nosotros observamos que el sueño no reparador, un síntoma del insomnio, fue más común en HD y DPCA, el ronquido y las apneas observadas por otros fueron más frecuentes en DPA, y no hubo diferencias en las tasas de prevalencia de SPI. La explicación de estas grandes discrepancias entre los estudios no es clara. Sin embargo, las posibilidades incluyen diferencias en las características sociodemográficas de las poblaciones de estudio y las preguntas utilizadas para recolectar la información. Se requieren estudios futuros, particularmente aquéllos que utilicen polisomnografía nocturna y cuestionarios estandarizados.

Encontramos que hubo pocas diferencias en la prevalencia de los trastornos del sueño y sus síntomas entre pacientes jóvenes y viejos con EREA. La única excepción fue el despertar muy temprano, que es una queja común en los ancianos y puede reflejar una fase avanzada de alteración del horario del sueño (29). Por otro lado, en contraste con nuestros hallazgos, las personas mayores de las cohortes de población general reportan más problemas con su sueño (30, 31). Proponemos que el impacto negativo de la EREA sobre la calidad del sueño tiene un mayor impacto entre los pacientes jóvenes, evitando así las diferencias por edad en las tasas de prevalencia.

A pesar de la disponibilidad de la diálisis para tratar la EREA, la CVRS se mantiene baja comparada con la población general (3,4). Nuestros hallazgos en una cohorte de pacientes con EREA mexicanos tratados con tres diferentes modalidades de diálisis no difieren y generalmente son consistentes con los datos de un estudio grande de pacientes con EREA de EUA (32). Sin embargo, comparado con un estudio previo de pacientes con EREA mexicanos, todos ellos recibiendo HD (28), encontramos menores puntajes en la Función Física y mayores puntajes en las escalas de Rol Emocional. En el presente estudio una tercera parte de los participantes corresponde a pacientes en DPCA, por lo que nuestro hallazgo de una peor Función Física puede atribuirse a los bajos puntajes de este subgrupo. La discrepancia en la escala de Rol Emocional, sin embargo, se mantiene sin explicación. Las comparaciones internacionales en CVRS en pacientes con EREA muestran una heterogeneidad considerable (32). Esto puede estar relacionado a la diversidad cultural, a los determinantes sociales de la salud, a las inequidades en salud o a las diferencias en el sistema de atención de la salud entre los países. En México, la disponibilidad y la adecuación de la diálisis varía considerablemente dependiendo de la seguridad social del paciente (2). Independientemente de las potenciales diferencias interculturales internacionales, es importante para los clínicos y los trabajadores de la salud saber que la CVRS está reducida en la EREA y que es comparable a otras condiciones crónicas médicas a pesar del uso de la diálisis. Nuestros resultados apoyan la recomendación de Jha y colaboradores de que los programas nacionales para las enfermedades crónicas deben incluir estrategias para reducir la carga y los costos relacionados a la enfermedad renal (33).

Es importante mencionar que en el análisis de multivariado encontramos la presencia de trastornos del sueño como el principal factor que afecta de manera adversa la CVRS, principalmente en el componente de salud mental de la CVRS. Otros estudios también han encontrado asociaciones negativas entre varios trastornos del sueño y la CVRS de los pacientes con EREA (12, 14). Nuestros resultados, sin embargo, amplían estas observaciones previas hacia la población latinoamericana. Éstos resaltan la importancia del sueño como un determinante de la CVRS en EREA y sugieren que la búsqueda de pobre calidad del sueño y los trastornos del sueño debería ser parte esencial del cuidado de los pacientes que se están tratando con diálisis crónica. Así mismo, deben desarrollarse estrategias para la promoción de la salud del sueño y ser implementadas en relación con esta población para evaluar la mejoría de la CVRS, de esta manera reduciendo los costos de salud, las secuelas por la EREA y el tipo de diálisis.

Además de los trastornos del sueño, observamos que la modalidad de diálisis fue un determinante importante en la CVRS. Existen varios estudios que han examinado el tipo de modalidad de diálisis con la CVRS y la mayoría reporta mejor CVRS en pacientes en DP comparados con HD como tratamiento para la EREA (5, 6). Un estudio en pacientes ancianos, sin embargo, no observó diferencias entre PD y HD (7). Se sugiere que las restricciones dietéticas y de viajes son menores, y que las oportunidades de recreación y de acceso a la diálisis se mejoran con la DP resultando un una mejor CVRS (34). Adicionalmente, los índices de depresión pueden ser mayores comparando la HD con la DP (5). Existen menos estudios que comparan la DPA con la DPCA (3, 16, 18, 35) y la mayoría muestra que la DPA está asociada con una mejor CVRS (3, 18, 35). El aporte de nuestro estudio es que es uno de los pocos en examinar la calidad de vida en las tres modalidades de diálisis simultáneamente (36). Nuestros resultados sugieren que en comparación con la HD y la DPA, la DPCA está asociada con una peor CVRS con tamaños de efecto pequeños a moderados; hubo poca diferencia entre la HD y la DPA con tamaños de efecto de ligeros a pequeños. La carga requerida para realizar continuos cambios de soluciones en la DPCA comparado con los intercambios automáticos por la noche en la DPA o con visitas programadas a los centros de diálisis para la HD, probablemente explica este hallazgo. Además, nuestro análisis de costo-efectividad indica que para el panorama socioeconómico de México, la DPA debería ser la modalidad preferida de diálisis.

Nuestro estudio tiene limitaciones importantes. Primero, la población de estudio no fue seleccionada prospectivamente o aleatorizada respecto a la modalidad de diálisis. Desafortunadamente, la elección de una modalidad de diálisis en México y en otros lados, depende del tipo de seguridad social, el ingreso económico del paciente o la disponibilidad de los recursos. De esta manera, es posible que nuestros hallazgos relacionados con la CVRS y los trastornos del sueño hayan sido impactados por un sesgo en la asignación. Por ejemplo, la DPCA puede haber sido proporcionada a los pacientes con menores ingresos, de manera que eso afecta en una peor CVRS. Intentamos mitigar esto controlando algunas de las variables de sesgo potencial con un análisis multivariado. De cualquier manera, puede estar presente alguna confusión residual. Segundo, nuestro análisis es transversal y no puede confirmarse la causalidad. Tercero, la presencia de trastornos del sueño y sus síntomas fue auto-reportada; puede haber existido error en la clasificación. Si hubo error de clasificación, sin embargo, ésta probablemente no hizo diferencias. Por último, nuestra muestra de estudio es relativamente pequeña; algunas diferencias no estadísticamente significativas pueden representar un error tipo II. De manera contraria, el uso de comparaciones múltiples puede haber resultado en un error tipo I en algunos casos.

En resumen, la CVRS está reducida en los pacientes con EREA mexicanos y la presencia de trastornos del sueño puede ser un importante conductor para este hallazgo. Las intervenciones dirigidas a mejorar la calidad del sueño y el tratamiento de los trastornos del sueño pueden mejorar la CVRS en esta población. Las diferencias en la CVRS entre las modalidades de diálisis sugieren que en México, la DPA debería ser la modalidad de diálisis de preferencia.

Reconocimientos

El financiamiento de apoyo fue proporcionado a la Dra. Luxana Reynaga-Ornelas por la beca Bardewick de Arizona State University y la beca PROMEP de la Universidad de Guanajuato. El Dr. Quan fue parcialmente apoyado por AG009975 del National Institute of Aging. Reconocemos con agradecimiento la participación en la revisión del texto en Español y la traducción inversa a la Dra. Ma. Guadalupe Reynaga-Ornelas, Nutrióloga y Doctora en Ciencias Médicas, profesora investigadora del Departamento de Medicina y Nutrición de la División de Ciencias de la Salud del Campus León de la Universidad de Guanajuato.         

Referencias

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Cite as: Reynaga-Ornelas L, Baldwin CM, Arcoleo K, Quan SF. Impacto del sueño y la modalidad de diálisis sobre la calidad de vida en una población. Southwest J Pulm Crit Care. 2020;20(3):105-18. doi: https://doi.org/10.13175/swjpcc019-20 PDF 

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Rick Robbins, M.D. Rick Robbins, M.D.

Impact of Sleep and Dialysis Mode on Quality of Life in a Mexican Population

Luxana Reynaga-Ornelas, Ph.D., R.N.1

Carol M. Baldwin, Ph.D., R.N., AHN-BC, F.A.A.N.2

Kimberly Arcoleo, Ph.D., M.P.H.3

Stuart F. Quan, M.D.2,4,5

1 División de Ciencias de la Salud. Departamento de Enfermería y Obstetricia Sede León

Universidad de Guanajuato

Sede San Carlos; Blvd. Puente Milenio #1001; Fracción del Predio San Carlos; C.P. 37670; León, Gto, Mexico

2 Arizona State University, Edson College of Nursing and Health Innovation

PAHO/WHO Collaborating Centre to Advance the Policy on Research for Health

500 N. 3rd Street, Phoenix, AZ USA 85004

3 University of Rochester School of Nursing

Box SON, Helen Wood Hall

601 Elmwood Avenue, Rochester, NY USA 14642

4 Division of Sleep and Circadian Disorders Brigham and Women’s Hospital and Harvard Medical School

221 Longwood Ave. Boston, MA USA 02115

5 Asthma and Airway Disease Research Center, University of Arizona College of Medicine

1501 N. Campbell Ave., Tucson, AZ USA 85725

 

Abstract

Background: Health-related quality of life (HR-QOL) is reduced with end-stage renal disease (ESRD) but little is known about the impact of sleep disorders, dialysis modality and demographic factors on HR-QOL of Mexican patients with ESRD.

Methods: 121 adults with ESRD were enrolled from 4 dialysis units in the state of Guanajuato, Mexico, stratified by unit and dialysis modality (hemodialysis [HD], continuous ambulatory peritoneal dialysis [CAPD] and automated peritoneal dialysis [APD]). Analysis included clinical information and data from the Sleep Heart Health Study Sleep Habits Questionnaire, the Medical Outcomes Study (MOS) short form (SF-36) HR-QOL measure and Epworth Sleepiness Scale.

Results: Overall, sleep symptoms and disorders were common (e.g., 37.2% insomnia). SF-36 scores were worse versus US and Mexican norms. HD patients reported better, while CAPD patients poorer HR-QOL for Vitality. With multivariate modelling dialysis modality, sleep disorders as a group and lower income were significantly associated with poorer overall SF-36 and mental health HR-QOL. Overall and Mental Composite Summary models showed HR-QOL was significantly better for both APD and HD with small to moderate effect sizes. Cost-effectiveness analysis demonstrated an advantage for APD.

Conclusions: Mexican ESRD patients have reduced HR-QOL, and sleep disorders may be an important driver of this finding. APD should be the preferred mode of dialysis in Mexico.

Introduction 

The prevalence of end stage renal disease is increasing worldwide with an estimated prevalence in 2010 of 4.9 million persons. Unfortunately, only half receive dialysis; this need is projected to more than double by 2030 (1). End stage renal disease (ESRD) is associated with cardiovascular morbidity and mortality, type 2 diabetes, cognitive decline, and bone and mineral disorders. In Mexico, it is a significant health problem with annual prevalence and incidence rates of 1,564 and 412 per million persons respectively with over 65,000 individuals receiving dialysis (2). In addition, between 2000 and 2013, the incidence rate of ESRD has increased 122% (2). It has an annual mortality rate of 12.3 deaths per 100,000 inhabitants and is the second leading cause of years lost due to premature death (2). The most common treatment for ESRD in Mexico is hemodialysis (HD) performed at dialysis centers in over 50% of patients. The remainder receive peritoneal dialysis (PD) at home of which 70% are on continuous ambulatory peritoneal dialysis (CAPD) and 30% are on automated peritoneal dialysis (APD) (2). With CAPD, dialysis fluid is infused manually into the peritoneal cavity and then drained over a few hours usually four times per day. With APD, the process is automated with a device with alarms and safety features and is done at night. Kidney transplantation remains uncommon.

Treatment for ESRD has significant physiological, psychological and socio-economic implications for the individual, family, and community. Not surprisingly, persons with ESRD report poorer health-related quality of life (HR-QOL) compared with the general population (3, 4). Several studies have examined dialysis modality type on HR-QOL. Better HR-QOL scores have been noted for PD compared with HD treatment for ESRD (5, 6), but not always (7-9). A meta-analysis found better utility-based quality of life for APD compared to CAPD (10) and a recent study found APD associated with better physical health and milder dialysis-related symptoms than CAPD (11). Most of the studies used in the meta-analysis were from North America, Europe or Asia. There is little data available comparing HR-QOL among dialysis modalities for persons with ESRD in Latin American countries including Mexico.

Sleep disorders in persons with ESRD are common with prevalence estimates between 50 to more than 80%, and negatively influence HR-QOL (12-14). Among patients with ESRD, they include nightmares, excessive daytime sleepiness (EDS), restless leg syndrome (RLS), sleep apnea syndrome (OSA), insomnia and poor sleep quality (13). Whether the prevalence and severity of sleep disorders are similar among dialysis modalities is unclear; previous studies have been discordant with equivalent (15-17) and dissimilar rates and severity both reported (18-20). Only one study performed comparisons among HD, APD and CAPD (20). It found similar rates of insomnia, but less OSA with HD and more RLS with APD.

The purpose of this study was to determine the associations among HR-QOL and sleep disorders as a function of dialysis modality in a Mexican population with ESRD. A differential association may be an important factor in choice of dialysis modalities. We hypothesized that in this population, sleep disorders would be an important determinant of HR-QOL in ESRD, that APD would be associated with better QOL and be more cost-effective than HD or CAPD.

Methods

Design. Participants were a convenience sample of 125 patients with ESRD selected among persons insured by the Insurance and Social Service Institute for State Workers (ISSSTE) who were living in the state of Guanajuato, Mexico. Participants were proportionately selected by clusters. The sample included 30 patients from each geographic location of dialysis treatment units in the cities of Celaya, Irapuato, Guanajuato and Leon; ten patients were selected per dialysis modality (CAPD, APD, and HD). Patients were included if they were 18 years of age or older, Spanish-speaking, receiving dialysis and had not been hospitalized for the immediate 3 months prior to recruitment. Patients with cognitive or other mental health deficits that would preclude them from completing survey questionnaires were excluded from the study. They were recruited for participation during their monthly meetings, or in the waiting room for their specialist appointment. At the time of initial contact or a later appointment, the patient was asked to provide written informed consent, and to complete an individual interview and surveys that included information about their health, sleep and HR-QOL. They were also asked to give consent for chart review. The study was approved by the University of Guanajuato Ethics Committee and the Arizona State University Institutional Review Board.

Data Collection. Trained interviewers obtained information regarding age, sex, marital status, socioeconomic status (SES), educational level, number of hospitalizations, and time since first treatment. Participants also completed the Spanish translated and validated Sleep Heart Health Study Sleep Habits Questionnaire, and the Spanish version of the 36-item Medical Outcomes Study (MOS) short form (SF-36) HR-QOL measure. Height and weight were obtained to determine body mass index (BMI). Recent glucose, albumin, creatinine, urea, and hematocrit/hemoglobin blood levels were extracted from the patient’s medical record within the past three months. Additional clinical data collected to calculate the financial cost were ESRD etiology, hospitalizations within the past year, type of catheter, dialysis dose, number of anti-hypertensive drugs, use of erythropoietin, number of HD sessions per week and last home visit by the dialysis team.

Measurement Tools

Sleep Heart Health Sleep Study (SHHS), Sleep Habits Questionnaire (SHQ). The SHQ instrument has typically been used with patients with unidentified sleep disorders. The questionnaire addresses nine aspects of sleep disorders: 1) Snoring; 2) Breathing pauses (apnea); 3) Witnessed apneas; 4) Daytime sleepiness; 5) Insufficient sleep; 6) Insomnia symptoms including unrefreshing or nonrestorative sleep; 7) Nightmares, 8) Restless legs syndrome; and 9) Self-reported weekday and weekend sleep duration. Sleep symptoms questions were rated on a 5-point Likert-type scale from ‘Never’ to Almost Always.’ The SHQ, developed for the SHHS, has been used in a variety of investigations and is accepted as an appropriate means of characterizing sleep health. The Spanish version of the SHQ was cross-language validated by Baldwin and colleagues and shows excellent agreement with the English version (21).

Epworth Sleepiness Scale. The Epworth Sleepiness Scale (ESS) is a validated self-completion tool that asks subjects to rate the likelihood of falling asleep in eight common situations using four ordinal categories ranging from 0 (no chance) to 3 (high chance) (22). Scores range from 0 to 24 with a score >10 suggesting EDS (22). The Spanish version of the ESS was incorporated into the SHQ and has demonstrated equivalent reliability and validity as the English version (23).

Medical Outcomes Survey (MOS) Short Form SF-36 (Spanish version). The MOS SF-36 is a widely-used measure of health status and HR-QOL (24). It measures variations in health care practices and outcomes in a self-administered survey that assesses eight health dimensions. Scores for each subscale range from 0–100, with higher scores representing better QOL (24). Subscales measure the following eight general health concepts: physical functioning (PF), role physical (RP), bodily pain (BP), general health (GH), vitality (VT), social functioning (SF), mental health (MH) and role emotional (RE). The Spanish version was validated in a Mexican population (25).

SF-6 D scores. The short-form-6D is a preference-based health state classification developed from the SF-36. All participants who complete the SF-36 can be assigned an SF-6D score (26). The SF-6D is a continuous measure, scored on a 0.29-1.0 scale, with 1.00 indicating optimal health. It has been used in economic evaluations of interventions for ESRD (27).

Data Analysis

Continuous variables are reported as means and standard deviations and categorical variables by percentages. A chi-square test was used to assess the association of demographic characteristics with dialysis modality. Comparisons between HR-QOL scores and the treatment groups were performed by analysis of variance (ANOVA). Effect sizes were estimated using Cohen’s d. Multiple linear regression analysis was performed controlling for socio-demographic factors, income (SES) and sleep disorders. SAS (V9.1) and IBM SPSS (V25) were used for data analysis. P <0.05 was considered statistically significant unless otherwise stated.

A cost effectiveness analysis utilizing the quality-adjusted life year (QALY) method examined the cost-effectiveness of each dialysis modality group. Cost data was obtained from data available online from Mexican governmental sources. The QALY was computed as the number of years on dialysis/hemodialysis x SF-6D score. A ratio of the difference in cost to the difference in effectiveness (QALY) was computed for each of the three therapies which yielded the incremental cost-effectiveness ratio (ICER).

Results

Of 125 patients approached for recruitment, 121 fulfilled the inclusion criteria, and all agreed to voluntarily participate and provide written informed consent. Socio-demographic and clinical characteristics of the consenting patients are shown in Table 1.

Table 1. Socio-demographic and Clinical Characteristics of Study Participants by Dialysis Modality.

Note: ‡p<0.01; *p < 0.05; †p<0.10. APD (Automated Peritoneal Dialysis); CAPD (Continuous Ambulatory Peritoneal Dialysis); HD (Hemodialysis).

There was a slightly greater percentage of males (55.4%) and 39.7% were 65 years of age or older. Clinical characteristics were not available on all patients. However, patients dialyzed with APD were younger, more highly educated, had higher incomes, consumed less alcohol and were more likely to be working. There was a trend for APD patients to have a higher creatinine. Otherwise, there were no differences among the 3 groups.

The prevalence of self-reported sleep disorders or symptoms overall, as well as stratified by dialysis modality are presented in Table 2.

Table 2. Prevalence of Self-reported Sleep Disorders and Symptoms by Dialysis Type

Note: *p < 0.05, †p <0.10. EDS (Excessive Daytime Sleepiness); APD (Automated Peritoneal Dialysis); CAPD (Continuous Ambulatory Peritoneal Dialysis); HD (Hemodialysis).

Notably, all patients reported at least one sleep symptom in the past year (data not shown). Insomnia was the most frequently reported disorder and was particularly prevalent for patients receiving HD although not statistically significant. There also was a trend for HD (42.5%) and CAPD (41.0%) patients to report higher rates of non-restorative (unrefreshing) sleep compared to APD patients (19%). In contrast, APD patients reported higher rates of witnessed apnea and snoring (14.3% and 25.6%, respectively) compared to CAPD (10.3%, 19.4%) and HD (5.1%, 17.5%) patients. Patients receiving APD were less likely to report EDS (11.9%) on the ESS but this was not statistically significant compared to CAPD (25.6%) and HD (25.0%). The prevalence of sleep disorders was the same for those younger than 65 years of age in comparison to those older than 65 years (data not shown) except for problems with waking up too early and not being able to fall back asleep (younger: 32.9% vs. older 51.2%, p=0.05)

Table 3 presents the comparison of the eight SF-36 domains and the Physical and Mental Component Summary (PCS and MCS) scores for the three dialysis modality groups with effect sizes for pairwise comparisons.

Table 3. Mean Scores and Standard Deviations for SF-36 Domains, Physical and Mental Composite Scores and SF-6D Scores by Dialysis Modality

Note: ‡p<0.01; *p < 0.05; †p <0.10. PCS (Physical Composite Score); MCS (Mental Composite Score); SD (Standard Deviation); APD (Automated Peritoneal Dialysis); CAPD (Continuous Ambulatory Peritoneal Dialysis); HD (Hemodialysis). Cohen’s d effect sizes were calculated examining the differences between dialysis type groups (small effect size ~0.2, medium effect size ~0.5, large effect size ~0.8).

The patients on HD reported significantly better HR-QOL for Vitality and a trend towards higher Social Functioning compared to persons on CAPD and APD; the patients on CAPD experienced the poorest quality of life on these two scales. There was a trend for patients on APD and HD to indicate better Physical Functioning and Role Physical HR-QOL compared to the CAPD patients. There was a tendency for better mental health on the MCS for patients receiving HD and APD compared to patients on CAPD. Importantly, effect sizes for the various domains and subdomains showed that they were generally small to moderate for contrasts between CAPD and either APD or HD. However, they were trivial to small between APD and HD. No other notable differences were observed among groups on the SF-36.

Determinants of HR-QOL was further investigated using multivariate modelling with socio-demographic factors, co-morbidities and self-reported sleep disorders and symptoms as potential explanatory variables. Dialysis modality (CAPD associated with worse HR-QOL in comparison to HD and APD, F=4.87, p<.02), sleep disorders and symptoms as a group (i.e., any of symptoms consistent with obstructive sleep apnea, insomnia, insufficient sleep and restless legs syndrome, F=17.79, p<.0001) and lower income (F=4.48, p<.04) were significantly associated with worse HR-QOL on the Mental Composite Summary of the SF-36, accounting for 34% of the variance (F=4.02, p=.0004). In contrast, the model for the Physical Composite Summary was not statistically significant. HR-QOL was significantly better for both APD (Least Square Mean=52.0 + 2.3) and HD (51.4 + 2.6) in comparison to CAPD (43.0 + 2.5, p<.025 vs. APD/HD) in the Mental Composite Summary, but not the Physical Composite Summary models (Least Square Means: CAPD: 31.4 + 2.5, APD: 33.7 + 2.3, HD: 34.8 + 2.5; p>.05 for all comparisons).

Cost effectiveness analyses for each dialysis modality are in Table 4.

Table 4. Dialysis Modalities Cost Analysis

Note: APD (Automated Peritoneal Dialysis); CAPD (Continuous Ambulatory Peritoneal Dialysis); HD (Hemodialysis). QALY (quality-adjusted life year), ICER (Incremental Cost-Effectiveness Ratio); IE (Incremental effectiveness); IC (Incremental Cost).

Although CAPD was the least costly, it was the least effective (QALY=0.71); APD was less costly than HD, but was more effective (APD QALY: 2.05 vs. HD QALY 1.44) and HD was the most costly with moderate effectiveness. Comparing the incremental cost effectiveness ratios among APD, CAPD and HD, APD was superior to both CAPD and HD, and HD was better than CAPD.

Discussion

In this study, we found that there is a high prevalence of sleep disorders and symptoms among Mexican patients with ESRD with differences in prevalence among dialysis modalities. Like other chronic medical conditions, HR-QOL, particularly mental health aspects, was poor in these patients and notably, the presence of sleep disorders was an important determinant of poorer HR-QOL.

Consistent with previous reports (12, 13, 28), we observed that sleep disorders and symptoms of sleep disorders were common among Mexican patients on dialysis. The explanation for the high rate of sleep disorders and symptoms in ESRD is likely multifactorial including metabolic issues, medications, poor sleep hygiene and dysfunction in ventilatory control (13). In addition, we found that there were differences in prevalence rates for some sleep disorders and symptoms among dialysis modalities. Previous investigations comparing the prevalence of sleep disorders among dialysis modalities have not been consistent. Some studies comparing only APD to CAPD have found no differences (15-17). In others, sleep problems as a generic symptom tended to be more common among APD compared to CAPD (18), and more frequent among HD in comparison with PD (19). To our knowledge, there is one other study that compared the rates of sleep disorders and symptoms among all 3 dialysis modalities (20). In that study, the rates of insomnia were high (>80%), but not different among dialysis modalities. Obstructive sleep apnea was the least common in HD patients (36% vs 60% [APD] and 65% [CAPD]). Furthermore, they observed less RLS in HD patients (23%) in comparison to APD (50%) and CAPD (33%). In contrast, we observed that unrefreshing sleep, a symptom of insomnia, was more common in HD and CAPD, snoring and witnessed apneas to be more frequent in APD, and no differences in the prevalence rates of RLS. The explanation for the large amount of discrepancy among various studies is unclear. However, possibilities include differences in the socio-demographic characteristics of the study populations and the questions used to elicit information. Further studies are required, particularly ones that use overnight polysomnography and standardized questionnaires.

We found there were few differences in the prevalence of sleep disorders or their symptoms between older and younger patients with ESRD. The only exception was early morning awakenings which are a common complaint among the elderly and may reflect a phase advance in sleep timing (29). Otherwise, in contrast to our findings, older persons in general population cohorts report more problems with their sleep (30, 31). We propose that the negative impact of ESRD on sleep quality had greater impact on younger patients thus negating any age differences in prevalence rates.

Despite the availability of dialysis to treat ESRD, HRQOL remains low compared to the general population (3, 4). Our findings in a cohort of Mexican patients with ESRD being treated with 3 different dialysis modalities is no different and are generally consistent with data from a large study of US patients with ESRD (32). Compared to the previous study in Mexican patients with ESRD, all of whom were receiving HD (28), however, we found lower scores on the Physical Function and higher scores on the Role Emotional scales. One-third of the current study was comprised of patients on CAPD, and thus our finding of worse Physical Function can be attributed to lower scores among this subgroup. The discrepancy in the Role Emotional scale, however, remains unexplained. International comparisons of HRQOL in patients with ESRD exhibit considerable heterogeneity (32). This may be related to cultural diversity, social determinants of health, health inequality or differences in health delivery systems across countries. In Mexico, availability and adequacy of dialysis varies considerably according to the insurance status of the patient (2). Irrespective of potential cross-cultural and international differences, it is important for clinicians and health care workers to realize that HR-QOL is reduced in ESRD and comparable to other chronic medical conditions despite the use of dialysis. Our findings support the recommendation by Jha et al. that national programs for chronic diseases include strategies to reduce burden and costs relevant to kidney disease (33).

Importantly, we found that in multivariate analyses, the presence of sleep disorders was a major factor in adversely affecting HR-QOL with the primary impact on the mental health component of HR-QOL. Other studies also have found negative associations between various sleep disorders and HR-QOL in patients with ESRD (12, 14). Our findings, however, extend these previous observations to a Latin American population. They further highlight the importance of sleep as a determinant of HR-QOL in ESRD and suggest that screening for poor sleep and sleep disorders should be an essential part of the care of patients undergoing chronic dialysis. As well, sleep health promotion strategies should be developed and implemented relevant to this patient population and examined germane to improving HR-QOL, further reducing health care cost, sequelae from ESRD, and dialysis type.

In addition to sleep disorders, we observed that mode of dialysis was an important determinant of HR-QOL. Several extant studies also have examined dialysis modality type on HR-QOL and most report better HR-QOL for PD compared to HD treatment for ESRD (5, 6). One study in elderly patients, however, observed no difference between PD and HD (7). It is suggested that travel and dietary restrictions are fewer, and recreation opportunities and dialysis access are improved with PD resulting in better HR-QOL (34). In addition, indices of depression may be higher in comparisons of HD to PD (5). Comparisons of APD to CAPD are fewer (3, 16, 18, 35), with most showing that APD is associated with better HR-QOL (3, 18, 35). Our study extends these previous studies by being one of the few to examine quality of life among all three dialysis modalities simultaneously (36). Our results suggest that in comparison to HD and APD, CAPD is associated with worse HR-QOL with small to moderate effect sizes; there was little difference between HD and APD with trivial to small effect sizes. The burdensome requirement for continuous dialysate exchanges in CAPD compared to only nightly automated exchanges with APD or scheduled visits to a dialysis center for HD likely explains this finding. Furthermore, our cost-effectiveness analysis indicates that for the socio-economic landscape in Mexico, APD should be the preferred dialysis modality.

Our study has some important limitations. First, the study population was not prospectively selected or randomized with respect to dialysis modality. Unfortunately, choice of dialysis modality in Mexico and elsewhere is dictated frequently by health insurance, patient income and availability of resources. Thus, it is possible that our findings related to HR-QOL and sleep disorders may have been impacted by an assignment bias. For example, CAPD may have been differentially provided to patients with lower income, thus accounting for worse HR-QOL. We attempted to mitigated this by controlling for some of these potential biases with our multivariate analysis. Nevertheless, residual confounding may have been present. Second, our analyses are cross-sectional and causality cannot be confirmed. Third, the presence of sleep disorders and symptoms was self-reported; there may have been some misclassification. Any misclassifications, however, were likely non-differential. Last, our study sample is relatively small; some non-statistically significant differences may represent type II error. Conversely, use of multiple comparisons may have resulted in type I error in some cases.

In summary, HR-QOL is reduced in Mexican patients with ESRD and the presence of sleep disorders may be an important driver of this finding. Interventions targeted at improving sleep quality and treating sleep disorders may improve HR-QOL in this population. Differences in HR-QOL among dialysis modalities suggest that in Mexico, APD should be the preferred mode of dialysis.

Acknowledgements

Financial support was provided to Dr. Reynaga-Ornelas by the Bardewick Scholarship from Arizona State University and the PROMEP Scholarship from the University of Guanajuato. Dr. Quan was partially supported by AG009975 from the National Institute of Aging.

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Cite as: Reynaga-Ornelas L, Baldwin CM, Arcoleo K, Quan SF. Impact of sleep and dialysis mode on quality of life in a Mexican population. Southwest J Pulm Crit Care. 2019;18(5):122-34. doi: https://doi.org/10.13175/swjpcc017-19 PDF 

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Rick Robbins, M.D. Rick Robbins, M.D.

Sleep Board Review Question: Restless Legs

Olabimpe Omobomi, MD MPH

Rohit Budhiraja, MD

Olabimpe Omobomi, MD MPH

Rohit Budhiraja, MD

Division of Sleep Medicine
Brigham and Women’s Hospital
Harvard Medical School
Boston, MA USA

 

Ms. Jones (not her real name) is a 63-year-old woman who states that she gets very fidgety when sitting in a theater, watching a movie or when flying long distances on a plane. She is unable to find words to describe the sensation but she states that moving her legs make them feel better. Lately, she has been getting this feeling almost every night. She reports no leg discomfort in the daytime. 

She denies muscle cramps her legs. She had some recent investigations done by her primary care physician because of complaints of fatigue.

Which of the following will be helpful in the diagnosis and management in this patient? (Click on the correct answer for an explanation-no penalty for guessing, you can go back and try again)

  1. An overnight polysomnogram showing apnea hypopnea index of 1.6 events per hour and no periodic limb movements (PLMs)
  2. Ferritin level of 18 ng/ml (normal range 20-200 ng/ml) 
  3. Serum Bicarbonate of 29 mEq/L (normal range 23-29 mEq/L)
  4. Thyroid Stimulating hormone (TSH) 6 mIU/ml (normal range 0.4-4.8 mIU/ml)

Cite as: Omobomi O, Budhiraja R. Sleep board review question: restless legs. Southwest J Pulm Crit Care. 2018;16(2):81-2. doi: https://doi.org/10.13175/swjpcc028-18 PDF

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